22 de noviembre de 2007

VOCACON A LA VIDA MATRIMONIAL

Objetivo: Reflexionar en el matrimonio y quienes son llamados, para que vivan esa vocación propia, como realización plena.

Ver.
Antes de pensar en quiénes son llamados o quiénes tienen vocación al matrimonio, veamos:¿Qué es o qué se entiende por matrimonio? Desde el punto de vista jurídico, el matrimonio no es más que un contrato. La Constitución en el Art. 130 lo define «Como un contrato civil». Para el Derecho Canónico no es sólo un acto jurídico, sino que es fundamentalmente un estado de vida, una comunidad conyugal que se inicia en la boda; la alianza por la que el varón y la mujer constituyen un consorcio de toda la vida, para el bien de los contrayentes, la generación y la educación de la prole. En México existen dos formas de contraer matrimonio: la forma civil y la forma religiosa, ambos son actos jurídicos y se orientan a un mismo estado de vida entre los cónyuges.

Pensar.
La primera condición para determinar una vocación es el llamado. Dios es el que llama a las gentes para un determinado estado de vida a unos para el sacerdocio, a otros para la vida religiosa, para la vida célibe o para el matrimonio.
En todos los casos Dios es el que llama. «Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne, pues bien lo que Dios unió que no lo separe el hombre» (Mt 19.5-6). Pero no todos son llamados al matrimonio.
En uno de los temas del Sembrador (periódico mensual de la Pastoral Vocacional Diocesana, San Juan), decíamos que se necesitan algunos elementos esenciales en el campo humano, «No todos tienen este lenguaje, sino aquellos a quienes se les ha concedido, porque hay eunucos que nacieron así, hay eunucos hechos por los hombres y hay eunucos por el Reino de los Cielos. Quien pueda entender que entienda» (Mt 19, 1 1-12).
En consecuencia de lo anterior podremos decir, que son llamados al matrimonio aquellos que gozan de una salud física y psíquica, además de ser llamados por Dios, son capaces de llevar adelante el compromiso que toda vida matrimonial comporta.

Actuar.
Reconocer que no todos son llamados al matrimonio.
¿Cómo voy a descubrir si soy llamado o no al matrimonio?
¿Dónde encontrar las certezas? y si soy llamado ¿cómo lo voy afrontar?

Celebrar.
Ante alguna imagen del Señor, dar gracias cada uno de los participantes por el estado de vida en el que se encuentran y porque son fruto de una vocación matrimonial o pedirle su luz, para descubrir la vocación. Hacer la oración por las vocaciones.

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