22 de noviembre de 2007

VOCACION A LA VIDA RELIGIOSA

Objetivo: Conocer los fundamentos de la vida religiosa para valorarla más, como digno y especial medio de santificación en la Iglesia.

Ver.
a) ¿Qué se dice de la vida religiosa?
b) ¿Qué se piensa de la vida religiosa?
c) ¿Qué se sabe de la vida religiosa?
d) ¿Con qué rasgos se identifica a la vida religiosa?
Hablamos de la vida religiosa cuando nos referimos a un estilo de vida que se caracteriza por la práctica permanente de los consejos evangélicos: castidad, obediencia y pobreza dentro de una comunidad.

Pensar.
La consagración del bautismo, y la configuración con Cristo, se lleva hasta la consecuencia de un seguimiento radical, como respuesta a un «sígueme», que exige «venderlo todo» o «dejarlo todo» (Mt 19, 21-27). En los textos evangélicos, los apóstoles dejan todo para seguir a Cristo y compartir esponsalmente la vida con El (Lc. 8, 2-3, Jn. 2, 12, ICo. 7, 34). Esta vida «consagrada» se ha desarrollado históricamente según diversas modalidades: las vírgenes, vida eremítica, monacal y contemplativa, «vida religiosa» (órdenes y congregaciones) etc.
Con un denominador común, se ha llamado «vida apostólica» en el sentido de ser imitación de la vida de los Apóstoles, en cuanto al seguimiento radical de Cristo (no en cuanto al sacerdocio ministerial).
Las líneas particulares que marcan la vida religiosa se pueden concretar en las siguientes: El desposorio con Cristo comienza en el momento de responder a su llamada como declaración de amor, aunque se sella de modo más perfecto cuando se hacen compromisos de seguimiento por la práctica de los consejos evangélicos... Es una consagración que es «expresión más plena de la consagración bautismal» y se manifiesta por «la alegría de pertenecer exclusivamente a Dios». María es el primer modelo de esta vida consagrada. Ella, «guiada por el amor esponsal, que consagra totalmente una persona humana a Dios... Acogió la propia maternidad como donación total de sí... Con apertura total a la persona de Cristo a toda su obra y misión» (RM 39).
El seguimiento evangélico de Cristo casto, pobre y obediente, se transforma en un signo fuerte del modo de amar del mismo Jesús: donación total de sí, expresada por una vida de castidad, pobreza y obediencia. (Cf LG 43). La disponibilidad para el servicio y misión de la Iglesia es una consecuencia del amor a Cristo que se prolonga en ella como «complemento» suyo (Ef 1,23). El amor a la Iglesia es una nota característica esencial de las personas consagradas, (cf PC 1).
La vida religiosa es de capital importancia para la renovación misma de la Iglesia y del mundo. Para llevar a efecto esta vida de perfección evangélica se necesita la práctica de unos medios concretos, entre los que destacan la meditación de la palabra de Dios, la vida litúrgica, la oración, los sacramentos, devoción mariana, vida de sacrificio, vida comunitaria, etc.
La vida comunitaria, según diversas modalidades es una concretización de la fraternidad querida por Jesús para sus seguidores más inmediatos (Mc. 13, 19; Lc. 10,1; cfr. PC 15) La presencia de Jesús en el grupo depende de la vivencia de este amor fraterno (Mt 18,20). Toda comunidad cristiana y especialmente la de vida consagrada, mira a la primera comunidad eclesial reunida con María la madre de Jesús (Hch 1.14, Cf Hch 2,42).

Actuar.
1. ¿Qué hacemos para que más personas abracen este estilo de vida?
2. ¿Qué valores evangélicos de la vida religiosa estamos llamados a vivir todos los cristianos?
3. ¿Qué podemos hacer para expresar nuestra valoración, apoyo y compromiso para la vida religiosa?
4. ¿Qué hacer para dar a conocer más este estado de vida como digno medio de santificación?

Celebrar.
Hacer juntos la oración por las vocaciones.

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